Una bombilla ha llegado
llenando mi casa de alegría:
no hay habitación que no la quiera
ni ama de casa que la tire.
En una tarjeta me recuerda
mi gasto excesivo en energía
y se presenta como solución
para reducirme la tarifa.
Un garabato plasmado en la esquina
dice que es Sebastián el que envía
veinte watios de potencia solamente
para iluminarme a toda la familia.
Se la doy a una amiga que se casa
con un parado de empresa de ladrillo
para que su noche de bodas sea
una noche de una única bombilla
y espero bajo lámparas antiguas
el siguiente bombillín del buen ministro.
Enviado desde Correo Yahoo!
La bandeja de entrada más inteligente.