Un pensionista le da
a un buen capitalista
cinco millones enteros
por un curro para el hijo.
El que quiera el dinero
tiene que llevar al niño
para la tienda o la obra
o, si puede, a la vendimia.
Cualquier trabajo acepta
el hijo del pensionista
y por aceptar, su padre,
hasta acepta dar propina
a ese buen empresario
con alma caritativa.