Berlusconi acabó con la cara rota, la risa partida, dos dientes en adiós. No fue una novia quien lo destrozó, sino un chalado el que lo jodió. Pocos se apiadan por la agresión en comparación con las las alegrías que el hecho causó. |
Mi casa huele a bergamota
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Cada mañana, me levanto temprano en mi pequeño apartamento de Nueva York y
me preparo para el día que tengo por delante. Antes de salir de casa, me
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