Dios abre las fauces y el rugido sobre el pueblo maldito de pobreza y deja ladrillos de naipes, barajas sin suerte, los oros en falso, el as en el viento. Pobreza, Señor, ¡qué dura pobreza! Y dicen que existe. Y dicen que es bueno. Y Amor le llaman al que esto consiente. |
Mi casa huele a bergamota
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Cada mañana, me levanto temprano en mi pequeño apartamento de Nueva York y
me preparo para el día que tengo por delante. Antes de salir de casa, me
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