En Gaza se abrió un cementerio
con los vivos hacia las sepulturas.
Fue cosa de me atacas y te ataco,
una espiral alimentada por el odio.
No arrodillan los palestinos las rodillas,
ni Israel apaga los gatillos.
Los tiros van segando las cabezas
mientras los cuerpos mutilados no se rinden.
Caen los niños ante el encerado
de escuelas convertidas en sudarios.
Los días pasan, llegan las semanas,
atrás quedaron el turrón y las campanas
del nuevo año. Y hay más balas.
Llueven misiles. Caen y caen.
No aguanto el periódico ensangrentado
ni el eco de las bombas en la radio,
el telediario me arrasa la conciencia.
Esa guerra, esos niños, tanta sangre,...
